Taylor nació en Filadelfia dentro de una familia acomodada, pero
él, decidió abandonar sus estudios de abogacía y concentrarse en el aprendizaje
de un oficio para luego trabajar como jornalero en una industria de acero. Ahí
adquirió experiencia que luego vertería en sus escritos, transcendiendo así las
fronteras de su país hasta llegar a Francia, Alemania e Inglaterra donde
empezarían a poner en práctica su método.
El taylorismo es definido como: “la ciencia de la administración del
trabajo ajeno bajo condiciones capitalistas”[1]. Harry
Braverman lo explica: “Investiga no solo al trabajo en general sino la
adaptación del trabajo a las necesidades del capital. Se introduce en el lugar
del trabajo no como el representante de la ciencia, sino como el representante
de la administración patronal enmascarada con los arreos de la
ciencia”. A mediados del siglo XIX comenzaron a aparecer asociaciones
de empresarios y científicos que buscaban mejores métodos de trabajo; es por
ello que historiados afirman que Taylor no inventó nada nuevo, sino que resumió
y expuso en sus obras las ideas que habían ido surgiendo en el siglo XIX en
Gran Bretaña y Estados Unidos.
Los
intereses
La Guerra Civil (1861-1865) permitió a las grandes industrias del
nordeste almacenar más tierras y explotarlas. Pero para ello debían dejar atrás
las tradicionales formas de administración familiar; lo que incluye la
necesidad de centralizar de forma jerárquica los departamentos y sobre todo
eliminar la rigidez del mercado de trabajo. La inmigración permitió terminar
con las trabas cuantitativas y la acumulación
● La primera oleada
(1815-1860): Alrededor de 5 millones de personas emigraron por los procesos de
expulsión de las tierras y el crecimiento de la industrialización en Europa del
noreste, lo que generó la mano de obra numerosa y disciplinada. La mayoría eran
irlandeses (habían sido instruidos en G. Bretaña) pero también escoses, alemanes
y franceses fueron quienes se movilizaron hacia la costa sur, ya que solo el
10% había podido obtener un lugar en la agricultura.
● La segunda Oleada
(1860-1914): Proveniente del sur y del este de Europa provocó que los mercados
de trabajo rusos, austrohúngaros e italianos se vieran fuertemente modificados
por sus características. Quienes inmigraban eran obreros sin experiencia ni
contacto con el mundo industrial. Pero todavía había mas diferencias. Como
afirma Coriat esta oleada estaba formada por “… trabajadores ya hechos, y en su
mayoría masculinos. Es, en total, una inmigración de trabajo, que descarga al
capital de los gastos de la educación y frecuentemente de mantenimiento de la
familia”. Esta situación creaba un panorama perfecto para USA que estaba por
zarpar: una gran cantidad de obreros no cualificados (unskilled) y sin práctica
junto con un escaso número de obreros de oficio que habían podido eludir las
leyes antiemigratorias –American Federation of Labour (A.F.L.)-Así comenzaba a
formarse el obrero descualificado y desindicalizado que el taylorismo estaba
buscando; porque su mano de obra era mucho mas económica que la de obreros
cualificados, sumado a que no tenía los elementos para poder defender su
verdadero valor. La introducción del cronometro derivó en la destrucción de la
A.F.L. y la consecuente ascensión del taylorismo. Además junto con esto se dio
origen a un movimiento llamado “open shop movement” a partir del cual se le
abrieron las puertas a trabajadores no calificados dejando afuera a los obreros
de oficio y sus sindicatos. El único escollo era la holganza sistemática, que
la desarrollaremos a continuación. “La evidencia de expuesto no deja
lugar a dudad: el taylorismo como estrategia inmanente al modo de producción
capitalista y su afiliación, no ya con los mejores métodos de división del
trabajo sino con la mejor forma de disciplinar y controlar el trabajo ajeno
bajo condiciones capitalistas, resulta innegable”[2]
La organización científica
del trabajo
El taylorismo parte con la idea de eliminar los tiempos de
inactividad dentro del horario de trabajo. Con esto no nos referimos
a un aumento de las horas trabajadas sino del uso efectivo de ese tiempo para
así intensificar el trabajo. Taylor afirmaba, partiendo de su experiencia en
los talleres de la Compañía de Aceros Midvale, que los viejos
esquemas no supieron detectar la holganza sistemática de los obreros; y esta
era el obstáculo principal que impedía llegar a su objetivo. Él supo detectar
dos tipos de holganzas presentes en los trabajadores: por un lado la flojera
“natural” y por el otro la “sistemática”. La primera hace referencia a la
predisposición que tiene el hombre a siempre hacer le menor esfuerzo y esta
resulta imborrable. En cambio la segunda se adquiere por el trabajo realizado
en conjunto debido a que estos requieren un menor esfuerzo y si se trabaja con
una persona inactiva, esta inactividad se contagia. Es por ello que considera
que los obreros tienen como objetivo mantener desinformado al patrón de los
tiempos que requiere cada pieza para su construcción. Los obreros aunque
estaban regulados por órdenes y disciplinas, esto no funcionaba debido a que
ellos tenían la iniciativa en los procesos de trabajo, lo que impedía la
aplicación del máximo esfuerzo durante la jornada laboral. Para combatir esto
Taylor propuso que el control y dictado de cada pasado debía pasar a la
gerencia, quien les expropiaría su saber y lo monopolizaría, destruyendo así el
oficio, debido a que si el trabajo de cada operario queda planificado por la
dirección entonces el obrero no requerirá de condiciones elevadas.
Para la aplicación de la
administración científica hay que tener en cuenta tres principios establecidos
por Taylor.
● Disociación
del proceso de trabajo de la pericia de los obreros. (Nombre dado por
Braverman): la gerencia toma los conocimientos que antes pertenecían a los
obreros, los clasifican, ordenan y los reducen a reglas y fórmulas.
● Separación de
la concepción de la ejecución: Todo el trabajo cerebral pasa a manos
del departamento de planeación o diseño. El obrero queda sujeto a los
conocimientos del capital y este es el que le asigna tareas más simplificadas
para que desarrolle pero sin el conocimiento técnico o científico que esta
conlleva. Esto permitió abaratar la mano de obra y que el control estuviera en
mano de la dirección.
● Uso del
monopolio del conocimiento para controlar cada paso del proceso y su modo de
ejecución.
A partir de esta base se
desarrollarán formas de administración durante el siglo XX.
Con el Taylorismo se
establecieron dos nuevos saberes: Por un lado que “el conocimiento y el control
de los modos operatorios industriales son propiedad exclusiva de la clase
obrera (…). Segundo, que este monopolio es lo que hace ineliminable
el control obrero de los tiempos de producción”[3].Esto
fue lo que permitió imponer en los talleres las regulaciones patronales, lo que
trajo consecuentemente un aumento en la tasa de las ganancias a partir del
aumento de la productividad. Queda así configurando un ambiente donde el cronometro
toma un papel central para el estudio de los tiempos y del movimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario